17 mayo 2023

Cuento Ganador

INSTITUTO TECNOLÓGICO METROPOLITANO
FACULTAD DE ARTES Y HUMANIDADES
JEFATURA DEL PROGRAMA DE IDIOMAS
ÁREA DE LENGUA MATERNA

La jefatura del programa de idiomas hace constar que el señor: John Alexander Cuervo López ocupó el Primer Lugar en el género de Cuento, en el concurso celebrado durante la Semana del Idioma.

Medellín, 15 de abril de 2011

LA TARTANA DE DON CUCO

Don Cuco vivía en la loma, exactamente diez cuadras arriba del supermercado donde diariamente trabajaba llevando mercados en su automóvil modelo setenta y dos. La marca no la recuerdo porque fue lo primero que se le cayó.

Como acostumbraba, ese día se levantó temprano para tomarse la “totumada de aguapanela” con un buen pedazo de pan del viejo, del viejo de la panadería de la esquina. Su mujer y sus cinco hijos le ayudaron a sacar el carro empujado del garaje, para encenderlo y calentarlo, por lo menos media hora, como era debido antes de arrancarlo. El ruido que desprendía ese bendito auto era aterrador, algo infernal, sumándole la humareda y el terrible olor. Los vecinos le gritaban: "Cuco, viejo pendejo, dejá dormir; apagá esa cafetera, demente; nos vas a intoxicar a los niños, desgraciado". Improperios a los que hacía caso omiso y el cucho seguía calentando su carro.

A los 25 minutos del calentamiento habitual, haciendo un ruido extraño, el carro se apagó, pero igual arrancó loma abajo dejando en el piso el parachoques, veinte tuercas, unas cuantas arandelas, resortes y un pedazo de manguera. Luego de la primera cuadra por la que rodó el endemoniado automóvil ya se le había caído la pintura, un retrovisor, la tapa de la gasolina, la masilla epóxica de varios arreglos anteriores, otro número considerable de tuercas y el rodillo del mofle. Don cuco mantenía firme el volante a pesar de que el carro en la segunda cuadra había dejado regados en el camino los stop, el capó, los retrovisores, las dos puertas y una de las ruedas delanteras con todo y suspensión. Los frenos no le respondían. En la tercera cuadra, se levantó por los aires el resto de la carcasa llevándose consigo el filtro del aire, la "concorgaña del gutiplin", cuatro pedazos de manguera más y el bomper. La gente que veía la bola de chatarra bajando a gran velocidad, sorprendida decía: "¡Uy qué nave!".

Cinco cuadras más abajo botó las dos ruedas traseras y el mofle completo con el silenciador de gases y todo. También mandó al carajo la batería, la correa del acumulador, la palanca de transmisión, los pistones de la chumacera, treinta resortes variados, la cojinería trasera y el ventilador lambicuánico. El cucho se aferraba cada vez más el volante y la apocalíptica procesión de partes seguía. A la sexta cuadra se vieron volar varios engranajes. La biela, la viola, unos cilindros, la rueda que faltaba y medio chasis con el tanque de la gasolina, que por un milagro no explotó. Pasando la séptima cuadra se le empezó a caer lo que hacía mucho rato no le funcionaba al carro: la calefacción, el cenicero, los interruptores, el radio pasacintas, las luces del tablero. Al lugar de trabajo llegó vivito y coleando, pero no lo parecía porque estaba completamente pálido y tieso, sentado en la silla que fue lo único que le quedó entero y aferrado al volante que cambio de forma debido a la manera como el cucho lo apretaba. En el pedacito de calle que le faltó para llegar al supermercado lo arrastraron siete gamincitos que le decían en coro "Don Cuco, regálenos una moneita".

Tres días, ¡tres días! se demoró el “el pobre Cuco" en recoger completicas las partes del carro, a excepción de los "chirifrostis" y el alambrito con que aseguraba el seguro, que parecía se los hubiera tragado la tierra. El arreglo le costó más de lo que hubiera costado un carro nuevo, pero él siempre dijo que el valor material era lo de menos, que lo que más importaba, realmente, era el valor sentimental.

27 noviembre 2012

CUERPO-ESPACIO, la elipsis, el espacio negativo

“No ha desaparecido la vivencia ingenua y directa del espacio o la vida en el mundo circundante-espacio. Todo lo contrario: en casi todas las actividades humanas desempeña una función de primer orden en la realidad cotidiana.”

Hans Joachin Albretcht [1]

Comencé a coleccionar algunas imágenes digitales, desde hace pocos años, inquietándome por cierto tipo de tendencias que se hicieron reconocibles en la web. Al principio eran compartidas masivamente por el correo electrónico y ahora pueden verse gracias a la popularización de las redes sociales como el Facebook: las “colombianadas”, la “gente friki”, las “modelos ocasionales” o el “autorretrato frente al espejo”, por nombrar algunas entre tantas imágenes que pululan en la red. Por el hecho de tenerlas categorizadas me generan curiosidad y la idea de que son dignas de una serie de análisis interdisciplinarios, para el conocimiento, el análisis y la crítica de la cultura, la estética y el comportamiento de la gente en nuestra contemporaneidad. Estas fotos que anteriormente eran parte de colecciones privadas y reposaban en álbumes personales y familiares, se han vuelto, al parecer, de dominio público.

Me interesan especialmente las imágenes de las dos últimas categorías que mencioné anteriormente, las “modelos ocasionales” y la del “autorretrato frente al espejo”. Pues si bien pueden entrar dentro del tema de “cuerpo-genero” porque hay una tendencia bastante evidente hacia la aparición de mujeres o el protagonismo de estas, lo que realmente me llama la atención es la “elección” de los espacios de las fotografías y los objetos que aparecen en ellas, por estar cargados de elementos que generan el interés por el cual comencé a hacer este trabajo.

Utilizo la elipsis, herramienta del lenguaje visual, como elemento principal para generar un discurso encaminado hacia la reflexión entre el cuerpo y el espacio de las personas que protagonizan las fotografías en cuestión. La elipsis en palabras de María Acaso: “[…] consiste en la eliminación explícita de algún elemento de la representación visual, cuya ausencia transforma el significado de la imagen”.[2]

En este caso seleccioné algunas fotos que tengo de chicas ubicadas en la categoría de “modelo ocasional”, donde aparece la joven en una pose de “top model” (evidentemente copiada de las imágenes de las mujeres que se presentan en las revistas de farándula y moda), en un espacio que no tiene nada que ver con el modelo artificial copiado, observándose en la mayoría de los casos el espacio intimo del cuarto, el baño o algún lugar de la propia casa. Apliqué una silueta de color negro sobre la figura femenina con el fin de hacer evidente el espacio circundante, pero a la vez se pone en evidencia el cuerpo, su pose y la relación que hay entre la figura y el fondo. Relación abordada en los textos propuestos para la clase, en especial el de Wucius Wong y Rudolf Arnheim donde se explica el efecto visual que causa una forma negra sobre el fondo blanco y viceversa, considerándose generalmente el color negro como fondo. Así, respecto a las imágenes intervenidas la figura silueteada pasa a convertirse en fondo, por la profundidad que genera el color negro y el fondo de la fotografía, en el cual quiero hacer énfasis, se vuelve figura.




Este proyecto entraña una serie de reflexiones, sobre lo que suscitan las relaciones entre cuerpo y espacio, asociadas a lo cultural en cuestiones de género, personalidad, economía, sociedad, temporalidad, mediatización, etc. Y con lo estético en cuanto a la experiencia, la percepción, el gusto, y el tema de la actualidad de la imagen y el uso de los “nuevos medios”, tanto en el arte como en la cotidianidad, que han generado cambios importantes en nuestros modos de vida.



Respecto al emplazamiento, a la par de la idea y en relación a la reflexión intrínseca en las imágenes, que hay entre lo público y lo privado, surgió la idea de ponerlas en el espacio público, en los lugares destinados para la publicidad que acostumbra la imagen femenina idealizada y los espacios construidos cuidadosamente. Lugares urbanos de paso donde la gente durante el tiempo de espera de su transporte cotidiano puede observar detenidamente la imagen, como los son los paradores de buses. Y las Vallas publicitarias del metro, en especial las que están ubicadas al frente de las plataformas de espera, ello para establecer una relación de confrontación. Así se cumpliría con el objetivo enunciado anteriormente y se enfatizaría en la relación entre lo público y lo privado, cuyo significado se desborda.

Referencias

[1] Albretcht, Hans Joachin. Escultura en el siglo XX. Blume. Barcelona 1981.

[2] Acaso, María. El lenguaje visual. Paidós Ibérica S.A. Barcelona, 2006. P 102.

Un poco de imagen digital