Martín Gilberto nació delicado, con la voz y los ademanes que la sociedad no le perdona a un varoncito. Jugaba a las ollitas, con carteras y le cosía ropa a las muñecas de la hermana, mejor dicho: “lo único que le faltó para ser marica era que le gustaran los hombres”. Pero no, eso nunca se le pasó por la cabeza, a él le gustaban las niñas, mas tuvo que cargar durante las épocas de escuela y colegio con las burlas de sus compañeros, que lo llamaban polla, floripondio, mariposa y toda clase de denominaciones despectivas que existen para un afeminado.
Después del colegio, sus allegados pensaron que estudiaría corte y cepillado, pero el muchacho se inclinó por los sistemas, hizo un curso de "computadores" y con unos ahorros que tenía se compró un equipo. Puso un aviso en la ventana de su casa que decía: “Se hacen tareas y trabajos por computador”. La gente del barrio lo reconocía por ser un joven muy ordenado y es por esto quizás que consiguió bastante clientela; lo llamaban: “el duro de los computadores”.
Un día llegaron a su casa un par de muchachos reconocidos en el sector por pertenecer a un grupo de esos que operan al margen de la ley, uno de ellos se quedó afuera; el otro ingresó a su casa a proponerle algo a lo cual no se pudo negar, pues estaba amenazada su integridad física y hasta su vida. Le tocó ser eje de las comunicaciones entre el comando central que operaba en algún lugar de la selva y el grupo del barrio, entre los cuales ni uno sólo sabía, siquiera, como encender un computador. El trabajo de Martín consistía en enviar y recibir E-mails, imprimir algunos y entregarlos a los muchachos.
Pronto su trabajo comenzó a ser muy apreciado en la organización, imprimía los mensajes que estaban destinados a los muchachos en papel de colores fondeado con flores y muñequitos, y los correos destinados al comando central, los enviaba con letras de colores, emoticones y animacioncitas. Se convirtió en el vocero de los líderes y se volvió respetado, claro, porque el que se atreviera a volver a tratarlo de “mariquita” se ganaba “la pela”. Comenzó a frecuentar los lugares habituales de reunión de aquella tracamanada de pillos, los hizo organizar “mejor”: a los mal vestidos los mandó a comprar ropa, a los despeinados los mandaba a peinar, a los sudorosos les echaba loción, les corregía lo mal hablado y hasta los puso a brillar los “fierros”. Ellos sin chistar le hacían caso en todo y finalmente lo que la gente del barrio conocía como “el combo de los barbaos”, terminó siendo llamado “LA BANDA DE LOCA”.
Después del colegio, sus allegados pensaron que estudiaría corte y cepillado, pero el muchacho se inclinó por los sistemas, hizo un curso de "computadores" y con unos ahorros que tenía se compró un equipo. Puso un aviso en la ventana de su casa que decía: “Se hacen tareas y trabajos por computador”. La gente del barrio lo reconocía por ser un joven muy ordenado y es por esto quizás que consiguió bastante clientela; lo llamaban: “el duro de los computadores”.
Un día llegaron a su casa un par de muchachos reconocidos en el sector por pertenecer a un grupo de esos que operan al margen de la ley, uno de ellos se quedó afuera; el otro ingresó a su casa a proponerle algo a lo cual no se pudo negar, pues estaba amenazada su integridad física y hasta su vida. Le tocó ser eje de las comunicaciones entre el comando central que operaba en algún lugar de la selva y el grupo del barrio, entre los cuales ni uno sólo sabía, siquiera, como encender un computador. El trabajo de Martín consistía en enviar y recibir E-mails, imprimir algunos y entregarlos a los muchachos.
Pronto su trabajo comenzó a ser muy apreciado en la organización, imprimía los mensajes que estaban destinados a los muchachos en papel de colores fondeado con flores y muñequitos, y los correos destinados al comando central, los enviaba con letras de colores, emoticones y animacioncitas. Se convirtió en el vocero de los líderes y se volvió respetado, claro, porque el que se atreviera a volver a tratarlo de “mariquita” se ganaba “la pela”. Comenzó a frecuentar los lugares habituales de reunión de aquella tracamanada de pillos, los hizo organizar “mejor”: a los mal vestidos los mandó a comprar ropa, a los despeinados los mandaba a peinar, a los sudorosos les echaba loción, les corregía lo mal hablado y hasta los puso a brillar los “fierros”. Ellos sin chistar le hacían caso en todo y finalmente lo que la gente del barrio conocía como “el combo de los barbaos”, terminó siendo llamado “LA BANDA DE LOCA”.
Alex Cuervo - Junio 25 de 2008.
4 comentarios:
Jajaja, qué caja.
Hola, gracias por visitar mi blog me alegro de que te gusten mis trabajos. Estoy a tu entera disposición de todo lo que me quieras preguntar, te daré mi humilde opinión dentro de mis parcos conocimientos, jeje.
Están chulas tus figuras, me han gustado. Ya veo que haces un poco de todo, eso está bien.
Así que ya sabes cuando quieras pásate por mi blog y pregunta lo que quieras. Un saludo. Nos leemos.
Cómo siempre, cuándo leo una historia me pongo a pensar si existe los protagonistas....
Me gusto tu historia, muuy buena!
Saludos!
Me Gusto DEmasiado En Realidad Alex Es un Muy Bn Escritor Y Eso Ya Esta Mas Que Demostrado. Tiene Muchas Capacidadess Ademas Es Una Exelente Personaa El Sabe K Lo Adoroo!
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