19 junio 2010

Hechos contra el estrés

Me estoy quedando calvo, el champú me va a arruinar. Gomina barata, a mil pesos el pote que me dura un año y me tumba el pelo en medio, para no tener que volver a preocuparme por el peinado y empezar a usar sombreros de diferentes formas y colores.

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Papitas fritas al desayuno, con salsa de tomate son buenas pero esta hijueputa salsa no quiere salir del frasco y yo que tengo que llegar temprano al trabajo. Orino en un pocillo todos los días. Luego me tomo ese rico producto de mis entrañas que es muy bueno para el hígado, siempre y cuando no se haya bebido nada de licor el día anterior. Así conservo mi preciada salud.

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Una llamada urgente y con cincuenta pesos no me alcanza, pero si yo tenía dos monedas. El pantalón está roto, la otra moneda debe estar dentro del zapato ¡Me van a dejar! ¿Qué hago? Tengo que llamar. Y yo con esta pecueca que tengo. Que pena descalzarse aquí en las escalinatas del metro.

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Bolitas de chicle en el bolsillo llenas de pelusa, me como la verde, la amarilla de banano, la rosada por bonita. La sal incorrectamente yodada lo puede dejar a uno bobo. Circule por el tubo del medio, no estorbe tanto, que un marrano si se asolea mucho se ahoga y se muere.

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Pongo “Amor Estéreo” en mi radio de pilas, con medio audífono porque el otro medio se me quedó enredado en una puerta. Así se me hace más corto el viaje en buseta. Hace rato no me toca sentado en la ventanilla, hoy siquiera me tocó sentado. Una señora me pone la arepa en el hombro y yo le digo que por favor, que me está quemando con ese fiambre. Dos señores con grajo, una muchacha con mal aliento y un viejo con dos bultos de caca de gallina para fertilizar las matas. Cuarenta y cinco minutos de viaje:

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Diversos temas de rock alternativo y me cago de la risa porque soy un cagón, eso me importa poco y al mismo tiempo me acuerdo que esa es una canción de Antonio Aguilar. Sí, esa que cantó el payaso mueco en el circo pobre, porque ¡pobre! La ayudante del maromero en embarazo y crispetas a quinientos pesos hechas en fogón de gasolina, en una olla a presión con manivela improvisada. Puro diseño criollo. Más crocante mi pipí y me hacen reír más los noticieros de televisión. Que diversión más funesta.

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Un tabaco cubano mezclado con clavos de olor y canela, de vez en cuando es bueno y el anillo para ponérmelo en el pipí, ojala no se me inflame como la ultima vez. “Chamito candela”, ese lo escuché en la casa del ritmo, la que queda más arriba de las dos de la tarde a la vuelta del miércoles, donde está el aviso de Tronex y la señora de café con leche, pan y queso, arepa con banano, bocadillo migado y chicles miniatura, me como veinte paqueticos para poder hacer una bola bien grande y pegársela a alguien en el pelo.

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Me soyo el ultimo trans y me voy porque mañana tengo que madrugar a trabajar… pónganme uno que me putee el ritmo, que de eso yo nunca aprendí porque “gas” la música que escuchaban los abuelos. Tengo el corazón a mil y culo y en la cabeza se me repite constantemente “quieres acostarte conmigo”, yo no te conozco pero me da igual, soy una mujer sana pero si desconfías de mi, tranquilo, fórratelo en plástico, ese es problema tuyo. Necesito una pastilla. No vamos a hacer el amor, vamos a pichar porque vos que me vas a querer a mi.

Un vasito de agua por favor… ¿cómo? A treinta mil pesos, y ¿quién lo pidió con pollo? Tocó pagar con tarjeta de crédito, las ventajas del dinero plástico… ¿Que qué? Se dañó el sistema. No, no lo sienta que lo voy a sentir más yo que tengo que caminar doce kuilómetros hasta la casa, imagínese.

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