30 junio 2010

Lo que necesitaba era un exorcismo

17 de junio de 2008

Agustín el flaco, se le torció al diablo… algunos años antes en la encrucijada de caminos había hecho un pacto con este. Le pidió que si la mujer que amaba caía rendida a sus brazos, haría todo el mal que fuera posible. La relación con esa mujer que aun le trastornaba el sueño, no salió nada bien, siempre que quería hacer algo, le salía mal, demasiado mal.

Un sábado en la tarde, se le apareció el “príncipe de las tinieblas” a cobrarle el pacto hecho, porque lo único que había conseguido hacer mal era la relación con su mujer. El flaco sacó una estampita de la virgen del Carmen que cargaba en el bolsillo de atrás del pantalón y le dijo: “alejáte de mi negro hijueputa”, y corrió rápidamente a esconderse en la iglesia. El cura al ver su cara de susto se le acercó, inmediatamente Agustín le contó la historia, y este le respondió que lo que necesitaba era un exorcismo. Lo llevó a la parte de atrás del confesionario y allí le metió el bien y le sacó el mal, repetidas veces. Desde ese día, ese pobre muchacho, anda con unas manías muy raras, hasta le cambió el caminado, sigue yendo a confesarse frecuentemente y dice que no volvió a sentir la presencia del “enemigo malo”… Yo lo que creo es que el diablo no perdona.

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